He aquí un Dragón sociable, de modalidad ejecutiva, movido
por un impulso compulsivo a controlar su medio y la gente que lo rodea. Como
Dragón que es, no puede menos que ser autocrático, y sería de tontos esperar
otra cosa. Sin embargo, será justo y capaz de apreciar las opiniones ajenas,
aunque no esté de acuerdo con ellas. La Tierra le da un carácter realista,
estable y, en ocasiones, un poco impersonal.
Aunque no tan acentuada como otros Dragones, éste también
tiene la necesidad básica de subyugar a la gente. Pero enfocará racionalmente
los problemas y su liderazgo será menos dictatorial. Se esfuerza incesantemente
por desarrollar sus condiciones y sacar partido de sus recursos.
El dominio de sí que caracteriza al Dragón de Tierra no
significa que le falte iniciativa. Se trata sólo de que el elemento Tierra lo lleva
a no tener prisas, y es más probable que sus aspiraciones sean sólidas y
ordenadas.
Recto como una vara, este Dragón aristocrático es tranquilo,
fuerte y valiente. Dado a la reflexión y a la organización, sus estallidos de
cólera serán infrecuentes, y tampoco se rebajará a discutir con quienes están
por debajo de él cuando se enoje. Sin embargo, cuando sienta ofendida su
dignidad será rápida en la venganza.